Estando en casa, sin saber porqué, me he sentido inquieto.
Me he dado cuenta de que tenía miedo, miedo a morirme pronto. A que me venga una gran desgracia y todo se acabe.
He sentido un poco el vértigo de desplomarme.
Yo le doy mucho a la cabeza.
Me puse a ver. No estoy enfermo, tengo lo suficiente para ir haciendo, con mi familia estoy satisfecho, no tengo enemigos mortales, no me metería ni loco en negocios peligrosos.
Tengo algunos problemas, como todo el mundo.
No era de ahí que me venía el miedo, era otra cosa, algo que me nacía dentro, en el vientre. Podía casi determinar un punto concreto, un poco más arriba del ombligo.
Pensando en estas cosas, sin saber porqué, el miedo se me pasó.
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2 comentarios:
El miedo a morir lo tenemos todos. Pero yo lo combato viviendo con intensidad pero con lentitud cada día y cada momento. Apoyarse en los amigos, abrirse a los conocidos, intercambiar opiniones e incluso racionalizar el tiempo que nos falta puede ser una forma de perder ese miedo. O a veces, desahogando ese temor, se hace el trago más fácil. Ánimo.
Este blog tuyo es emotivo. Me gusta. Gracias por tu comentario al mío y si quieres enviarme "lo de los cristales" estupendo. Salu2.
A todos nos acechan los miedos de vez en cuando. Lo importante es ser conscientes en cada momento de todo lo bueno que tenemos y saber valorarlo y aprovecharlo mientras aún estamos a tiempo...
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